Antonia Romero, mi bisabuela por parte materna, era natural de Montoro, aunque vivió en Úbeda la mayor parte de su vida. De ella, y gracias a mi madre, me ha llegado el siguiente consejo:
Recoge un membrillo directamente del árbol, envuélvelo en un lienzo blanco, y luego, mételo en el cajón donde se guarden las sábanas. De ese modo se consigue un ambientador natural para la ropa.
Supongo que antiguamente, se haría lo mismo con el resto de frutales. La ropa, y el interior de las casas en general, tendrían la misma fragancia que la temporada de recogida de fruta.
Mi madre recuerda con nostalgia el olor a membrillo de la casa de Úbeda.