Cosas que no voy a hacer el lunes

Cuando hacemos la programación semanal de los trabajos en la agenda, en la mayoría de las ocasiones sabemos que no seremos capaces de cumplir nuestros ambiciosos objetivos. El día a día nos impide culminarlos. Nos limitamos a cubrir horas y líneas con lo que nos gustaría hacer. ¡Ilusos!. Hasta en alguna ocasión se hace para impresionar al vecino, para que vea lo ocupados e importantes que somos. Parece mentira, pero parece que «figurar» es imprescindible.

La programación de la semana la empezamos por el primer día hábil, que normalmente es el lunes. Como esta distribución de trabajos la realizamos los viernes, que es un día en el que nos encontramos mentalmente fuertes viendo aproximarse el fin de semana, nos planteamos empezar la semana del mismo modo. Es decir, cubriendo en ese día la mayoría de los objetivos que nos deberíamos plantear para la semana completa. A lo largo de la semana vamos reduciendo el volumen de trabajo hasta llegar de nuevo al viernes, al que dedicamos sólo unas líneas pensando en solucionar los “flecos” pendientes. La realidad es que parte de esos objetivos vuelven a incorporarse en la programación de la semana siguiente.

No alcanzar nuestros «objetivos» planteados nos llena de inseguridad y frustración. No hemos sabido gestionar nuestra agenda y nuestro tiempo, y eso nos lleva a no cumplir con nosotros mismos. La idea debería ser la de marcar objetivos reales y asequibles, ser realistas con nuestras capacidades y con el tiempo que es necesario dedicar a cada tarea. Eso nos dará el impulso de poder llegar a cualquier objetivo auto-impuesto. Es mejor quedarse por debajo en las expectativas, y luego superarlas, que quedarse en el camino. Cuando se cumple con el objetivo inicial, regresa uno a casa con ganas de volver al día siguiente.

No somos capaces de ser dueños de nuestro propio tiempo por presiones externas, o por miedo de llegar realizar lo programado. ¿Quizás miedo escénico?. ¿Y si acabo con lo que estoy haciendo y me ven parado sin hacer nada?.

Por otro lado, si consigo acertar el pleno en algún sorteo como primitiva, bonoloto, etc, o simplemente doy con la apuesta ideal en William Hill, la programación del lunes me importará lo mismo que el antiguo Plan Ibarrexte. En ese caso sí que tendría claro qué no voy a hacer el lunes.

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